Apología de tus no.

Te dejaré ir, 
si es que tú no te quieres quedar. 
Si es que ya no puedo hacer nada 
para que te quedes.
 Y he estado pensando que beber un poco de más 
nunca viene mal, 
si al menos con eso te puedo olvidar, 
cegarme los ojos (o tratar de arrancarlos)
 para así no ver 
que tú nunca serás para mi.
 Que las palabras se anudan
 y se esconden de tal forma que yo jamás
 te lo podré decir. 
Que las cosas se consiguen con esfuerzo e intentos, 
pero yo ya tengo agujetas en el corazón
 de intentarlo tantas veces.
 Puedes decirme que te vas y que no vas a volver, 
pero siempre quedará en mi la esperanza de volverte a ver,
 hasta el día que no lo haga 
y me vuelva loca.
Apuñálame y sácalo, 
todo lo que pude darte
 y a penas te di.

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