Cuando te llamaba...

Tengo ganas de gritar pero me sangra la garganta.
Escupo sangre por no gritar que te odio.
El dolor clavándose, pero perduro,
no tengo otro modo de ser
valiente, eso, 
siempre.


Déjame.
Dime que no.
Arrójame al vació, dolor. 
O el de mi propia destrucción.
Puedes ser siempre el motivo de mi sonrisa.
No tengo ni espacio para respirar, ¿dónde estás tú?

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